Me encuentro con muchas personas obesionadas con lo que les dice la báscula, y esto es una equivocación que muchos profesionales de la salud deberíamos intentar explicar, ya que el número que nos indica la báscula es muy relativo.
Básicamente, nos tendríamos que preocupar en mejorar otros aspectos como: cómo nos sentimos y en perder grasa. Ganar salud y perder grasa son los verdaderos objetivos por los que nos deberíamos preocupar, no en perder peso.
Solemos utilizar los términos «perder peso» y «perder grasa» de manera intercambiable y son conceptos muy diferentes. Nuestro peso se compone de agua, grasa, músculos, huesos, órganos.
Los que se pasan toda la vida a dieta, tienen muchas más probabilidades de perder músculo, y también densidad osea, y eso es lo último que nuestro cuerpo necesita, ya que conforme nos vamos haciendo mayores vamos perdiendo esta calidad de forma natural.
El músculo no sólo da forma a nuestro cuerpo, sino que ayuda a quemar grasa, es un potente órgano endocrino y sobretodo es nuestro seguro de vida. Imaginad dos personas que están haciendo dieta. La primera pierde 2,3kg de grasa y la segunda 2,3kg de músculo. Si miramos la báscula, ambos estarían igual de contentos pero visualmente y a nivel de salud sería muy muy diferente. Se trata de un ejemplo muy extremo ya que pocas veces perdemos únicamente grasa o músculo, pero la forma en la que reducimos las calorías (alimentación) y la forma en la que aumentamos el gasto energético (ejercicio) impacta significativamente en el resultado final de nuestros esfuerzos. Por lo tanto, será básico maximizar la pérdida de grasa minimizando la pérdida muscular.
Nuestra facilidad para acumular grasa es debido a nuestro pasado, a que hemos tenido que desarrollar un cerebro que necesita mucha energía y no tenemos más energía tan eficiente como la grasa. Contrariamente, el músculo es un tejido muy caro de construir y mantener, pero ofrece poca energía en cuanto se utiliza como combustible. Por este motivo, nuestro cuerpo se resiste a desarrollar músculo y lo pierde en cuanto hacemos dieta, especialmente en cuanto los niveles de grasa son reducidos y no hacemos el ejercicio adecuado. Con esto que os comento y con los artículos anteriores, ya debéis intuir qué estrategias seguir.
Es innegable que la genética juega un papel importantísimo en nuestra predisposición a padecer cualquiera de las enfermedades modernas pero en la mayoría de los casos, los genes sólo nos predisponen, no nos predestinan. Por lo tanto, la salud está en nuestras manos. Somos afortunados de tener médicos y fármacos, pero ni unos ni otros pueden prevenir las enfermedades modernas. Es tu estilo de vida lo que determina muchas veces, si una predisposición genética se materializa en enfermedad o está dormida toda la vida. «Los genes cargan la psitola, tu estilo de vida aprieta el gatillo».
Por lo tanto, cambiando el estilo de vida, es decir, incorporando hábitos de vida saludable como alimentarse correctamente con alimentos reales, evitando los ultraprocesados y sobre todo realizando actividad física que te ayude a desarrollar musculatura (como el trabajo de fuerza, que ya hemos visto en artículos anteriores) obtendrás más energía, mejores digestiones, menos dolores de cabeza, una piel más sana, mejor descanso, reducción de los triglicéridos en sangre así como otros indicadores de inflamación, y muchísimos beneficios más. En definitiva, ganarás salud, reducirás la grasa corporal, te sentirás mejor y como consecuencia tu entorno también lo estará.
Pero como siempre os comento, sólo yendo al gimnasio y comiendo más o menos correctamente conseguiremos perder grasa y ganar salud?, no; hay que saber los objetivos reales y sobre todo dejarte guiar por los profesionales, que te motiven y te formen para seguir en el enfoque correcto.